ACTIVIDAD 3.- IDENTIFICACIÓN DE SIGNOS DE PUNTUACIÓN
ELEMENTOS A IDENTIFICAR
Punto y seguido …
Punto y aparte …
Coma …
La gente cree que los fantasmas solo salen de noche o en
Halloween, cuando el mundo está oscuro y las
paredes entre este y el otro lado se difuminan.
Pero la verdad es que los fantasmas están en todas partes. En los muebles del pan del supermercado, en el jardín de tu abuela o en el asiento delantero del
autobús.
Que no puedas verlos no significa que no estén ahí.
Me encuentro en mitad de la clase de Historia cuando siento
el tap-tap-tap en el hombro, como el repiqueteo
de las gotas de la lluvia. Algunas personas lo
llaman intuición, otras,
clarividencia. Ese cosquilleo en los sentidos que te
dice que hay algo más.
Esta no es la primera vez que lo siento… ni por asomo. Ni siquiera es la primera vez que lo siento aquí, en el instituto. He tratado de
ignorarlo —siempre lo hago—, pero es inútil:
anula mi concentración y sé que la única manera de lograr que se detenga es
rindiéndome a él. Averiguándolo por mí misma.
Desde el otro lado del aula, Jacob me mira y menea la cabeza. Él no puede sentir el tap-tap-tap,
pero me conoce lo suficientemente bien como para detectar cuando yo lo oigo.
Me muevo nerviosa en el asiento y me obligo a concentrar la
atención hacia el frente del aula. El señor Meyer está
intentando, decididamente,
que aprendamos algo, a pesar de que esta
es la última semana de clases antes de las vacaciones de verano.
—… hacia el final de la guerra de Vietnam, en 1975, las tropas
norteamericanas… —continúa el profesor de manera monótona. Nadie logra mantenerse quieto en su silla, ni mucho menos
prestar atención. Derek y Will están durmiendo
con los ojos abiertos; Matt, fabricando una nueva pelota de papel; y Alice y
Melanie, haciendo una lista.
Alice y Melanie son las chicas populares.
Es fácil darse cuenta porque una parece la copia de la
otra: el mismo pelo brillante, los mismos dientes perfectos, el mismo modo de pintarse las uñas.
En cambio, yo soy todo huesos, mis mejillas son
redondas y tengo el cabello castaño y rizado.
Ni siquiera uso esmalte de uñas.
Sé que se supone que debería querer ser una de las chicas
populares, pero, a decir verdad, yo nunca he querido serlo. Me parece que debe ser agotador solo por el hecho de intentar
seguir todas las reglas. Sonreír, pero no demasiado. Reír, pero no extremadamente fuerte.
Llevar la ropa adecuada, practicar los deportes correctos, preocuparse por lo que ocurre,
pero sin exagerar (Jacob y yo también tenemos reglas,
pero son distintas).
Como si estuviera preparado de antemano, Jacob se pone de pie y se dirige hacia el sitio de Melanie. Él podría ser un chico popular,
creo, con su pelo rubio y ondulado,
brillantes ojos azules y buen humor.
Me lanza una mirada diabólica antes de encaramarse al borde
de la silla de Melanie.
Él podría serlo, pero existe un
pequeño problema. Jacob está muerto.
—«Lo que necesitamos para la noche de cine» —lee en voz
alta del papel que está sobre la mesa. Pero yo
soy la única que puede escucharlo. Melanie dobla otra
hoja, una invitación (me doy cuenta por las
letras mayúsculas y el bolígrafo rosa) y se estira hacia adelante para
pasársela a Jenna. Al hacerlo, su mano pasa a través del cuerpo de Jacob.
Él mira hacia abajo, como ofendido, y luego se baja de un
salto.
Tap-tap-tap, continúa la sensación en mi cabeza, como un
susurro que no puedo escuchar del todo. Impaciente, miro el reloj de la pared
esperando que suene el timbre del almuerzo.
A continuación, Jacob se dirige serpenteando hasta el asiento
de Alice y examina los innumerables bolígrafos multicolores que ella tiene
ordenados sobre su mesa. Se inclina, acerca
cuidadosamente un dedo hacia ellos, se concentra en el más cercano y le da un
golpecito.
Pero el bolígrafo no se mueve.
En las películas, los fantasmas inquietos, tipo
poltergeist, pueden levantar televisores y deslizar camas por el suelo. Pero la verdad es que los espíritus necesitan tener mucho
poder para pasar al otro lado del velo: la cortina que separa su mundo del
nuestro. Y los fantasmas que sí tienen ese tipo de fuerza, suelen ser muy
viejos y no muy agradables. Los vivos pueden
encontrar fuerza en el amor y en la esperanza, pero los muertos se fortalecen
con cosas más oscuras, como el dolor, la ira y el remordimiento.
Jacob frunce el ceño mientras intenta golpear la pelota de
papel de Matt, y no lo logra.
Me alegra que no esté hecho de todas esas cosas.
En realidad, no sé cuánto tiempo hace que Jacob está muerto
(pienso la palabra con mucha suavidad, porque sé que no le gusta). No puede
haber pasado mucho tiempo, ya que no tiene aspecto retro: lleva una camiseta de
superhéroe, pantalones vaqueros oscuros y calzado tipo botines. Pero él no
habla de lo que le sucedió y yo no le pregunto. Los amigos merecen tener un
poco de privacidad… aun cuando él pueda leer mis pensamientos. Yo no puedo leer
los suyos, pero, a fin de cuentas, prefiero estar viva y no tener poderes
telepáticos, que tenerlos y ser un fantasma.
Jacob levanta la mirada ante la palabra fantasma y se
aclara la garganta.
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